20 de
noviembre del 2009. Estaba en el pasillo principal del tercer piso de la
facultad de artes de la
UPLA , sentado en el piso, apoyado contra el ventanal que daba
hacia el patio. Llevaba puesto un short y una camiseta sin mangas. Estaba
descalzo y tampoco tenía puesto calcetines. Los nervios recorrían todo mi
cuerpo como si estuviese siendo electrocutado. En unos pocos minutos se
escucharía mi nombre, al ser llamado para rendir la prueba de movimiento, en
las pruebas especiales de admisión a teatro de dicha Universidad. Por mi mente
la única idea que pasaba, era que tenía que irme muy bien, ya que en la
prueba de voz, del día anterior había tenido varios problemas.
En eso,
de la nada se abre una puerta, y con tan solo una imagen, la mayoría de mis
pensamientos y mis nervios fueron bloqueados.
Era una
persona. Una persona que nunca antes había visto. Una persona sin nada en
especial, pero que me miró fijamente a los ojos, quizás por menos de cinco
segundos, siguiendo su camino.
Me paré
casi hipnotizado, dispuesto a seguir por donde se iba, pero en eso se abre otra
puerta y se escucha: “Que pase a rendir la prueba de movimiento el número 22” (YO)
Durante
ese día por más que me pasé buscando a aquella persona que había visto por la
Universidad , no tuve suerte.
Al día
siguiente, era domingo y tenía que volver a la
UPLA para rendir la última prueba, esta era de actuación
y debía hacer una escena con otro compañero. Me presenté ante la comisión e
hice lo que había preparado, pero antes de retirarme de la
Universidad , pasé al baño. Durante esos días sólo había un
baño habilitado en ese piso, el cual utilizaban hombres y mujeres, por lo que
la mayor parte del tiempo estaba con gente, pero justo en ese momento, al
entrar, sólo estaba yo. Entré a una cabina a orinar y salí mirando hacían abajo
mientras me arreglaba los pantalones. Cuando miré hacia el frente ahí estaba de
nuevo, la misma persona que había visto el día anterior, frente a un gran
espejo, con una larga corrida de lavamanos, mojándose el pelo, dándome la
espalda con su cara totalmente empapada sumergida en el agua. Levanta su
rostro, apoya sus manos con los brazos rectos sobre el lavamanos y me mira fijamente
a través del espejo.
Tenía
todo de mi lado para acercarme a hablarle, decirle “hola” o simplemente usar el
lavamanos de al lado y sonreír, pero no hice nada. Me quedé ahí parado y casi
por un impulso tomé mi celular del bolsillo e hice como que miraba la hora. En
realidad nunca vi nada, podía haber tomado el celular al revés y ni siquiera me
habría dado cuenta. Pero tontamente eso fue lo que hice. Tomé el celular, lo
miré y salí prácticamente corriendo del baño.
…Continuará??!!