Nada puede salir mal esta noche, puesto que ya todo anda tranquilo.
Nunca pretendí ensimismarme bajo palabras re-dichas. Tampoco quise lastimar, ni
que todo aquello que nunca fue nada, pero a la vez lo fue todo, pareciese un
juego, aunque hasta para jugar hay que tomarse muy enserio el rol. Dentro de
todo el tiempo que compartimos, ahora es inevitable el querer contar los
segundos, pero nunca me han gustado los relojes, ni las fechas, ni los
calendarios. Esas son cosas que te encasillan en una realidad necrófila. Si te dijese
que tampoco me gusta escribir, tal vez reirías. Sí, sólo tal vez. (Ojos verdes
de ciencia ficción). No soy la persona más experimentada del mundo cuando del
amor se trata, pero más de algún punto llevo anotado por ahí. El miedo, la
inseguridad y los ojos cerrados son parte fundamental de aquel hombre que ha
intentado cambiar su nombre más de un par de veces. Comprendo tu incomprensión
al tratar de comprenderme, pero créeme, que muchas veces yo mismo me siento un
auto-incomprendido. (Quiero vivir, quiero sentir el universo sobre mí). Las
exigencias forman parte de las cadenas y se asemejan al resultado de un
sustantivo común, siendo que el “propio”, muchas veces también termina por no
ser nada más que algo común perdiendo su individualidad. (Es demasiado frío
este momento). Pediste en máscara expresiva y neutra una exclusividad que por
esperar bautizarla, nunca te diste cuenta que ya hace mucho tenías. Entonces
compartí mi tiempo, mis amigos, mi literatura, mi música y mis etcéteras
esperando conocerte, pero te empecinaste tanto en querer conocerme que te
encerraste en una jaula vívida que no te pertenecía. (Sólo para hablar, sólo se
sentía sola). Yo exigiendo libertad fui libre. Demostrando una libertad que
frágilmente se resumía a mis pocos amigos, palabras y frases de ensueño, y uno
que otro pasatiempo barato. Tú proclamando sentimientos eternos, fuiste
vaciando migajas de placeres fugaces con quienes más decías odiar. Sí, el ser
humano es extraño, lo sé. Pero no por eso inconsecuente por naturaleza. (A
veces siento que soy ese animal). Aun así te fui queriendo y cómo no. Nadie es
perfecto, lo dice la imperfección. Me recriminaste por ser carnívoro, llevando
al zorro atado a tu cuello. Discutiste por flirteos que nunca existieron más
que en tu cabeza, tu cuerpo, tu cama y tu internet. Quisiste proclamar unas
cuantas canciones y frasecitas cibernéticas como un trofeo, esperando algún “Me
gusta”, tal vez. Sólo tal vez. Más de alguna vez caí en la tentación, y lo
hice. Pero tu pasado aparecía como malvada de Disney ofreciendo dulces manzanas.
Entonces espere que plagiaras mi nombre e hicieras zapping en otra película,
una desconocida, pero familiar a la vez. Y espere. Y espere. Y espere. Mientras
tuve que soportar “Maduramente”, porque se supone que mi carnet lo dice, a que
te decidieras a decir “Paso” de forma definitiva a aquel plato de fondo, el
cual se supone ya no querías probar. Y como una prostituta, porque eso hacen
las prostitutas, seguimos encontrándonos mientras decías amarme con aquellos
abrigos de terciopelo y que más de alguna saliva te debió costar. (Velocidad y
descontrol). Entonces me hacías reír y uno que otro mensajito hacía latir de a
poco aquel corazón para ese entonces seco, como un motor de cacharro. Y me iba
feliz, aunque nunca me gustó esa palabra. Y volvías a recriminarme quien sabe
que, tal vez el borrar los mensajes que tu pasado marcaba sobre los míos, o las
canciones que seleccionaba cuidadosamente por su letra, en el momento en que mi
fácil lectura de falta de ortografía veía en tu muro, porque sé leer y creo que
lo hago bien. Y cuando intentaba apaciguarme de tu existencia de lindos versos,
las lágrimas de tus ojos, hacían remecer entonces ahora mi pasado. Y recordaba
aquel motor. Recordaba que alguna vez funcionó y si lo hubieses visto funcionar
a plenitud, uf. (Nadie va a adivinar como lo recuerdo). Y me sentía el más malo,
siendo quizás el mas bueno. El más tonto también es una buena opción. Para ese
entonces ya había pasado mucho y me canse de decirte que quien quiere estar con
alguien simplemente esta. Y me pedías a gritos el estar contigo, sin darte
cuenta que me lo pedías a dos centímetros, volviendo a tu casa para estar con
quien supuestamente nunca quisiste estar y volver a recriminarme nuevamente
quién sabe qué. Así conociste mi mundo, un pequeño mundo que nunca giró en
torno a mucho más que algunos hobbies de quinceañero rebelde que volvía a casa
a correrse la paja. (Nos separa y nos une a través de la vida). Y compartí mi
cama y mis almohadas. Hoy cambie las sábanas. Hoy abrí mis ventanas y reafirme
mi nombre. Anoche te pensé, como tantas otras noches esperando darme una
oportunidad. Anoche llegue a una conclusión. La misma conclusión de siempre…
…Uno esta con quien quiere estar.
(Somos una luz cegadora. Fuerte, más
fuerte que el sol).